domingo, 20 de junio de 2010

CELEBRADA LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO "ECOS DEL TORICUARTO" / DE FERNANDO CLARAMUNT

DON FERNANDO CLARAMUNT TRIUNFA EN LAS VENTAS
EL CÍRCULO TAURINO AMIGOS DE LA DINASTÍA BIENVENIDA
Celebró la Presentación del Libro de su Presidente

Gabinete de Prensa/Círculo Bienvenida
Fotografía de Ricardo R. Relvas
Madrid, 20 de Junio de 2010
El magistral manejo de la pluma y papel por la diestra mano de Fernando Claramunt, como si de espada y muleta se tratara en sus mozos tiempos camperos, ha obrado el prodigio de una excelsa faena con nombre de “Ecos del Toricuarto; tertulia taurina a la española usanza”. Así se titula éste penúltimo libro del escritor alicantino, y presidente del Círculo Taurino Amigos de la Dinastía Bienvenida.
Javier Hrtado, Miguel Bienvenida, Fernando Claramunt,
J. P. Gómez ballesteros, J. Lamarca, y David Gª Ayensa

De magno acontecimiento se puede calificar este corridón literario celebrado en la Sala Cultural “Antonio Bienvenida” de la Plaza de Toros de Las Ventas, de Madrid. Allí se ha presentado esta obra, editada por la taurinísima Egartorre, a plaza llena, con el ansiado cartel de “No hay billetes”, cuyo expectante público ha seguido con avidez las actuaciones, tras garboso paseíllo, de un buen cartel.

El director-Gerente del Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid, José Pedro Gómez Ballesteros salió por delante rompiendo plaza para dar la cordial acogida al preclaro autor, y, como buen director de lidia marcar el orden de actuación del cultural festejo.

La edición de la historia de “Ecos del Toricuarto”, el desvelo de Emiliano García de la torre, su prestigio y profesionalidad puestos nuevamente de manifiesto al servicio de la tauromaquia, fue resaltada por su hijo y digno continuador David García Ayensa.

Juan Lamarca, vicepresidente del Círculo Bienvenida, expresó su satisfacción por ser en el seno de la entidad bienvenidista donde viera la luz una obra de su presidente, como fiel reflejo de la natural actividad cultural desplegada por la entidad. El recuerdo a Ángel Luis Bienvenida, ante sus fieles partidarios, y sus hijos allí presentes, Miguel, Álvaro y Luis, quebró la voz de su leal partidario Juan Lamarca, tertuliano disfrutador del toricuarto de Don Fernando –calificándolo de sancta santorum- que, declarándose partidario de un primer espada de las letras y de la amistad como Claramunt, definió su obra como un canto de amor a los toros y a España:


“País de toros y caballeros, lo más hermosos, amoroso, y fiero”, como la definiera el poeta Miguel Hernández, y del que Fernando Claramunt se confiesa incondicional.

La emotividad presidió la torería de un Bienvenida, un torero como Miguel Mejías que supo expresar los fraternales lazos de amistad que desde muy pequeño apreció entre su familia y el doctor Claramunt. A pasodoble Bienvenida sonó la dedicatoria del libro, leída por Miguel, hacia la dinastía y especialmente dirigida a su padre Ángel Luis, deleitando a los presentes con su natural gracia y desparpajo con los relatos de sus vivencias en el “toricuarto” enriquecidos con los que recibió de su padre sobre ese rincón taurino del alma Claramunt.


La intervención de otro as de la torería, el periodista Javier Hurtado, cuyo relato, por magnífico, lo dejamos en último lugar, precedió a la del eximio escritor Fernando Claramunt que cerró plaza empujado hacia la puerta grande por la larga ovación de un público en pie rendido a su verbo culto y humano; la gentileza y torería a la española usanza, como gusta ser y sentir, cautivaron a todos en el repaso a los personajes y personalidades que desfilan por las páginas de su “Toricuarto”. Los pasajes del torero de siempre, y de la España que goza y sufre brotaron con la pasión del amante, unidos a la gratitud expresada a cuantas personas le han rodeado y que forman parte de sus vivencias, que han sustentado y compartido los más altos valores que le han guiada por la vida junto a una familia a la que anhela herede los genes de amor a la fiesta brava.

A lo largo de su lidia matinal en el coso venteño tuvo ocasión de brindar distintas suertes a un lujoso elenco encabezado por su esposa Pura. Los viajeros, venidos expresamente para tocarle las palmas como el barcelonés Fernando del Arco, y la murciana y torera familia Barrera, alimón con los Berjillos de Córdoba, disfrutaron de los lances dedicados por Don Fernando, el cual comprobaba gozoso sobre los tendidos venteños a verdaderos artífices del arte taurómaco como el escultor Santiago de Santiago, los pintores, Vicente Arnás, José Luis Galicia, César Palacios.


La gran aportación de los bibliófilos taurinos se reflejó en la presencia de uno de los mejores como José María Moreno Bermejo, inseparable de su condición de preclaro Colombí, y de otros peñistas que le rodeaban del “Puyazo” con Gustavo Blázquez, “Los Cabales” de José L. de Retama, “Los Areneros” de José Ramón Gallego, o los de “Uceda y Cepeda” de Fernando S. de Gali, y la distinguida María Ángeles Sanz, la belleza de las “Majas de Goya”.

El Círculo Internacional Taurino allí estuvo también con su presidenta, la escritora, Muriel Feiner –aun caliente la presentación de u último libro “De Lumiere a Manolete-El Cine Taurino”. Su faceta fotográfica se vio acompañada de sus compañeros gráficos como Domingo Estringana, Ricardo R. Relvas, y Constante.
Las miradas atentas y escrutadoras de expertos como José Manuel Durán –veterinario decano- y Ramón Sánchez Aguilar, periodista, los apoderados Miguel Flores y Luis Alegre, eran mitigadas por la siempre complaciente de un amigo como Felipe Díaz Murillo, y la cuadrilla de profesionales como el legendario picador Mozo I, y el lujo de la plata de Pedro Giraldo, matador de toros.

Ángel Luis Bienvenida en el recuerdo
Sus hijos: Miguel, Alvaro, y Luis,
con Javier Hurtado y Claramunt a la firma

No se nos olvida la alocución de Javier Hurtado. El conciso y profundo análisis de “Ecos del Toricuarto” puso de manifiesto, nuevamente, su categoría literaria y su altura periodística, y así lo expresó:

ECOS DEL TORICUARTO
Tertulia taurina a la española usanza


EL TÍTULO

El título de este libro “Ecos del Toricuarto” es de los que llama la atención y, ciertamente, al abrirlo y comenzar a leerlo, de sus páginas escapan la reverberación y el eco de conversaciones mantenidas tiempo atrás, y durante una serie de años, en un reservado que tiene Fernando Claramunt en su domicilio destinado a conservar los recuerdos de su apasionada afición a los toros.

Viene a ser el Tori-Cuarto un pequeño pero lujoso museo, un “Tabernáculo”, donde custodia todo lo relacionado con el toreo y ha celebrado como digo, hasta no hace mucho, tertulias con sus allegados e invitados ocasionales.

Era y, posiblemente, seguirá siéndolo una tertulia no elitista, --en la puerta no cuelga Fernando el cartelito de “reservado el derecho de admisión”-- pero sí selectiva. Nada que ver con las tertulias abiertas que se organizan en hoteles y cafeterías, a las que asiste un público variopinto en su mayoría lego en la materia. En algunas de esas tertulias, dicho sea de paso, cobra sentido lo escrito por Baltasar Gracián: “Tontos son todos los que lo parecen y la mitad de los que no lo parecen”.

De toros no diquela todo el mundo pero tampoco es cierto que sólo sepan las vacas… esa es una frase ocurrente, recurrente e incierta. De toros, de toreros y de la historia del toreo hay personas, como las que se pasaron por El Tori-Cuarto que sabían y saben. Sus conocimientos, allí vertidos, los retuvo Fernando y los plasma en este libro.

Dice que fue el desaparecido y querido Ángel Luis Bienvenida quien le animó a poner en marcha esa tertulia bautizada Tauro-Vinícola pues, para evitar se les secara la lengua a los contertulios durante las disertaciones, se descorchaba un vino español, a ser posible cada día de una denominación de origen distinta al objeto de no repetir.- Hablando de vinos, el mejor de la vida, el que tiene especial buqué, dicho por el poeta inglés Edward Young, es la amistad.


EL AUTOR

Fernando Claramunt López es sobradamente conocido por todos nosotros y sus datos biográficos y profesionales están en las solapas de la cubierta del libro. Con éste suman 28 los que ha escrito: 22 de temática taurina, cinco sobre psiquiatría y una novela.

Dice el refrán que libros, caminos y días dan al hombre sabiduría y está fuera de toda duda que Fernando es persona de gran erudición. Es médico psiquiatra, escritor, profesor, filósofo y estudia para teólogo mas, como la inteligencia profunda requiere de pasión y emoción, también ha sido aficionado práctico al toreo.

No obstante, le dice a Miguel Bienvenida que, cuando le llegue la hora, el único título que desea figure en su esquela es el de Alférez de Infantería, Milicia Universitaria. Su inclinación castrense era la séptima cabeza de esta hidra intelectual que permanecía escondida en el hondón de su personalidad.

Si ese es su deseo, a Miguel, no le quedará más remedio que cumplirlo pero, lo que de Fernando se escriba en el futuro ajeno, con toda seguridad dirá que fue un prolífico y extraordinario escritor taurino, aficionado cabal, hombre íntegro e indubitablemente español.

Aunque anda Fernando, desde hace un tiempo, debido a la edad, en plan metafísico y trascendental, preparando el salto al Gran Quizás de François de Rabelais. Yo creo que está yéndose antes de tiempo e incita a reconvenirle y decirle. ¡Torero, a su sitio! que la lidia no ha terminado. Recuerde la recomendación de F. García Lorca: “Desechad tristezas y melancolías. La vida es amable, tiene pocos días y tan sólo ahora hemos de gozarla”.


EL ARGUMENTO / Fondo y forma

Libros, decía al principio, se publican muchos y atraen bien por la forma en que están escritos, por el argumento o por ambas cosas a la vez. Este que presentamos hoy difiere de los anteriormente publicados por Fernando en que recoge opiniones varias, anécdotas, apuntes de personajes que dejaron huella y confidencias reveladas por los tertulianos que se reunieron con él en su Toricuarto.

Lógicamente, en una tertulia se conversa de asuntos varios y en aquella la temática principal fueron los toros pero también se habló de España, de política, de la sociedad actual y de la brevedad de la vida y todo ello está reflejado en diversos párrafos en los que los contertulios manifiestan sus opiniones sin jactancia. Ninguno de ellos pretende sentar cátedra sino que emiten con sinceridad su particular versión acerca de las costumbres, del toreo de su tiempo y los personajes que lo protagonizaron.

El libro aporta rigurosos apuntes de historia para quienes no la conozcan o la hayan mal-aprendido. Destapa y desmitifica bulos, inexactitudes y algún que otro disparate que al pasar de boca en boca han adquirido el rango de hechos indiscutibles.

Tiene, por tanto, efectos propedéuticos ya que sirve de enseñanza preparatoria, de ilustración previa al estudio de la dialéctica taurina, entendida ésta, bien como sucesión ordenada de razonamientos que derivan unos de otros, o bien como método de argumentación y reflexión, que confronta posiciones diferentes para intentar extraer de ellas la verdad.

Los tertulianos repasan la historia evolutiva del toreo desde la Edad de Oro hasta nuestros días pero no relatan biografías sino que analizan los diferentes estilos interpretativos, la importancia y aportación de cada eslabón a la cadena del toreo.

Y no sólo aparecen toreros en el libro. También heterogéneos personajes que tuvieron estrecha relación con el mundo del toro como Ernest Hermingway, el universalmente conocido escritor norteamericano que amaba a España, escribe Fernando, con un amor teñido de desesperación porque sabía que todas las historias de amor, si duran el tiempo suficiente, acaban con la muerte y que, sólo por eso, Hemingway se granjeó la amistad y el respeto de algunos tertulianos. Aunque no de todos. Hubo otros que sintonizaron mejor con el punto de vista de Gregorio Corrochano quien le tenía declarada manía al Premio Nobel de Literatura.

No es Don Ernesto el único personaje objeto de críticas. A Luis Miguel Dominguín, integrantes de la tertulia que le conocieron lo tildan de torero pretencioso y a Camará lo consideran un tipo petulante, en contraste con el carácter cortés y afable de su poderdante, Manuel Rodríguez “Manolete”. Para ciertos personajes mal vistos o maltratados el autor, moderador de esa tertulia, reclama “justicia poética”, (término acuñado por el inglés Thomas Rymer allá por el siglo XVII), y la reivindica porque como en la vida real no siempre se hace efectiva la verdadera justicia, en la literatura y en la poesía, si es posible conseguirla.

Administra Fernando esa “justicia poética” con respeto, caballerosidad y cuidada prosa. Sin embargo, aunque declara que le gustan las palabras compuestas, enhebradas, --el título lleva una: Tori-Cuarto--, evita la respuesta insultante o la trascripción de adjetivos soeces para quienes los merecen.

Este libro versa, asimismo, de la estrecha e inseparable relación que siempre ha existido entre el toreo y las bellas artes y en sus páginas tienen su sitio toreros importantes de las naciones europeas y americanas con cultura taurina; poetas, cartelistas y pintores aunque, apostilla muy acertadamente en su comentario Fernando que, pintores taurinos hay muchos pero pintura taurina, poca.

Matiza que ésta sale de los pinceles del pintor que lleva introducido en su esencia de artista el virus de la afición y lo corrobora con una frase de Joselito “El Gallo” sobre el particular al contemplar un magnífico cuadro: “El que pinta esto sabe torear, aunque no haya toreado”. Frase que puede hacerse extensiva a la condición de buen aficionado. Se puede saber y entender de toros, y mucho, sin haber dado nunca un pase.

A lo largo del libro salen a colocación modismos, costumbres taurinas de antaño caídas en desuso, citas, apotegmas, estrofas poéticas, frases acuñadas por los toreros de entonces, o la curiosa y descriptiva explicación sobre cómo el lenguaje metafórico empleado en la promoción de un torero podía elevarlo a la categoría de mito.

Hacia el final de faena, en los últimos capítulos, el autor va quitándole capas a la cebolla de su vida y, a confesión de parte, se muestra contrario a la ordinariez que todo lo impregna; expresa su criterio sobre el lenguaje y su uso; la televisión y las costumbres; sobre la España del siglo pasado y la actual. El epílogo es el legado de su pensamiento, de su formación y concepción de la vida para sus nietos y todos los jóvenes que en un futuro próximo serán hombres.

RECOMENDACIÓN

Finalizo con una recomendación. Los aficionados a los toros formamos una cadena nutriente, vamos alimentándonos, sucesivamente, unos de otros, pasándonos información de generación en generación.

Bien, pues después de leer este libro cuyas cuatrocientas y pico páginas destilan sinceridad, verdad, amor por el pasado y por lo vivido como fue, les aseguro que este apetitoso manjar elaborado por un virtuoso escritor y manufacturado por la Editorial Egartorre, está pidiendo ser degustado.

Cerrado es un amigo que espera y abierto un cerebro que habla. No digo más, la última palabra la tiene el Eco del Toricuarto.


Fdo. Claramunt, Mª Ángeles Sanz,
Mª José Barrera, y Fernando del Arco
Collera de Fernandos
Claramunt, y del Arco
Tras larga espera, al final firmó a Juan Lamarca










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